sábado, 10 de marzo de 2018

Aquí andamos...



Llevo desaparecida mucho tiempo, aunque os leo y tal… Y es que está siendo un inicio de año movidito. Entre cambios laborales varios y que Bollito anda en plan adolescente, no me quedan demasiadas ganas para actualizar, la verdad.

En la última entrada dejé pendiente hablar de la operación realojo de Saladito. Pues bien, a día de hoy os puedo contar que fue un éxito rotundo. Desde entonces (nos remontamos a diciembre), salvo alguna excepción, Saladito duerme del tirón. Y no solo eso, sino que además si le dejas, enlaza hasta 12 y 13 horas seguidas! Y todo esto sin necesidad de estar durmiéndole, le dejas en la cama y él solito se duerme! Si esto me lo cuenta alguien, no me lo creo. Bollito, a día de hoy, todavía me da algunas noches de aúpa y tengo que estar a su lado para que se duerma… Así que esta experiencia, para mí, es maravillosa.

Respecto a Bollito… ejem… Estamos pasando una racha malísima con ella. Cualquier motivo es bueno para hacer una rabieta. No conseguimos una buena gestión de las emociones y esto supone que viva y muestre todo de forma exagerada. Todo son gritos, “yanotequieros”, “dejamempaces” y demás lindezas. Para que os hagáis una idea, una explosión así la produciría, por ejemplo, que Saladito, como está sentado en una trona, está mas alto que ella que es la hermana mayor. A partir de ahí son todo gritos (pero gritos de histeria), y todo lo que antes he dicho. O por ejemplo, Saladito ha terminado antes que ella el desayuno (cosa que pasa siempre porque come rapidísimo) y en el día x eso es un drama total porque se ha levantado así… >_<

Esto me agota las energías. Tener que estar todo el día con pies de plomo para no provocar una explosión e intentando razonar con ella cuando esa explosión es inevitable, hace que mi ánimo esté bajo mínimos. Esta situación no me permite disfrutar de ella, no me permite ser yo misma y está empezando a ser insostenible. Me levanto ya con la paciencia a cero y cualquier cosa me molesta. De verdad que hay momentos, muchos momentos, en los que pienso en que debe de haber algún trastorno detrás de todo esto.

Y encima a esto le sumamos que últimamente las noches con ella también están siendo complicadas. Muchas pesadillas, muchos despertares y encima no se deja consolar ni ayudar. Gritos a las 4 de la madrugada, cabreos… En fin, un cuadro. Menos mal que Saladito no se entera de nada, el ceporro.

Y, como la entrada la estoy escribiendo en varios días, según me permite el tiempo, os cuento que ahora mismo estoy escribiendo desde el hospital. Saladito vuelve a estar ingresado, al menos estará aquí tres noches y ya veremos el lunes. Oxígeno las 24 horas y no consiguen que suba la saturación. Eso sí, la mía no veas como está. Decir que estoy saturada de todo es decir poco. No sé ni como mi cuerpo aguanta. U_U

Pero bueno, a pesar de todo aquí estamos y hay que hacer frente a lo que venga. Espero que pase pronto toda esta situación y sólo lo recordemos cuando echemos la vista atrás. Y también espero que la siguiente entrada que pueda escribir no tenga el mismo tono que esta, porque no me gusta nada, pero tenía que desahogar.